En 2010, Orlando Alberioni como coordinador de la carrera de Ingeniería Mecánica de la
Universidad Católica de Córdoba (UCC), convocó a la comunidad educativa a
presentar proyectos de responsabilidad social universitaria.
De
allí surgió la idea de ayudar con sus conocimientos a la Escuela
Especial “Martínez Allio”. El primer fruto de este trabajo es el
cuchillo-tenedor, un dispositivo que les permite a chicos con
discapacidad motriz cortar y pinchar la comida en su sólo movimiento.
También trabajan en otros proyectos.
El diseño. Se
partió de algo que ya existía, un tenedor, a la que se le agregó un
sacabocado que funciona a presión. Tiene un resorte que expulsa el
sacabocado de la comida y la deja hincada en el tenedor. Primero pasó
por una etapa de diseño. Se trabajó con un software en la simulación del
mecanismo y los materiales. Luego el desafío fue hacerlo.
“En
Argentina es distinto hacer objetos de bajo volumen que una producción
en masa. Decidimos partir de un tenedor ya existente. Recorrimos bazares
de Córdoba y mi mujer detectó el tenedor que mejor se adaptaba”, revela
Alberioni.
El sacabocado se diseñó por completo y se cortó con
una máquina laser. El plegado fue con una máquina a control numérico.
“Nos dimos el gusto de grabarlo y confeccionar una caja de presentación
para todos los cuchillo-tenedor”, agrega.
Alberioni dice que los
docentes querían uno para cada chico, pero eso fue imposible. Realizaron
seis utensilios. “Cuando se los entregué, se peleaban por usarlos”,
confiesa.
La directora de la escuela, Susana Olmos, cuenta que la
institución tiene 150 alumnos. Son niños y adolescentes con discapacidad
motriz e intelectual.
“Torcíamos las cucharas para que los chicos
puedan comer. Pero cortar no estaba dentro de sus posibilidades”,
reconoce. Con algunos chicos no había posibilidades de adaptar los
cubiertos convencionales con félulas, engrosadores de mangos y manteles
antideslizantes.
Habían visto un cubierto similar al diseñado pero
importado: valía 80 euros. Según Alberioni, el cubierto “industria
nacional” tiene un valor en el mercado de 150 a 200 pesos. “Hicieron
magia. Los chicos lograron una independencia increíble. Ya no tenemos
que estar encima de ellos”, asegura la directora. El modelo podría ser
usado en otras instituciones y también por personas mayores con alguna
discapacidad.